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Mi
obra pictorica está bañada de mujeres en su
mayoría hermosamente gordas, mujeres abundantes y generosas.
Son ellas las que a partir de sus rostros serenos nos manifiestan
un estado anímico meditativo y de pensamiento interior.
Mujeres representadas en situaciones, con poses o gestos cargados
de nostalgia.
No pinto modelos, sino mujeres salidas de la imaginación,
sencillas, reflexivas, abundantes en volumen, pero concretas
y reales.
Ellas poseen el color de una quietud placentera y dulce, rodeadeas
a su vez de una gama de fuertes tonalidades calidas que visten
al cuadro de una gran armonia.
Pero existe otra mujer, otras mujeres, de lineas más
exprersivas, de sentimiento más intenso, mujeres implicadas,
mujeres estrechas y secas. En definitiva, trazos que hablan
de mujeres vividas.
Tanto unas como otras son parte de una dualidad
femenina, de una simbología de mujer, pero sobre todo,
son parte de mí. |